martes, 6 de octubre de 2009

Cuando asalta la duda

La mayoría de nosotros, alguna vez en la vida, se ha sentido desilusionada de Dios.  Cuando el dolor llega a nuestro mundo, cuando nos sentimos atrapados en medio de tormentas de deudas, cuando la entrevista de trabajo no dio resultado, cuando la relación de pareja parece que ya no tiene solución, cuando la enfermedad no cede, cuando la conducta de un hijo nos destruye la esperanza.  Es fácil ver a Dios cuando el sol está brillando en nuestra vida, pero cuando se oculta y le da paso a la tormenta, la imagen de Dios que podríamos tener se desvirtúa por completo.  Muchos, durante sus tormentas, se han acercado a mí para cuestionarme, no para preguntarme, sino para cuestiornarme: ¨Si Dios existe, si Dios es bueno, entonces… no me estuviera sucediendo esto; no hubiera muerto mi hijo antes que yo; no estuviera mi matrimonio como está; no me hubieran diagnosticado esta enfermedad; mi oración y la de una cadena de personas ya hubiera sido contestada…¨.  Se supone que a mí, que he orado tanto, ya me hubiera ayudado Dios.  Tampoco los discípulos pudieron distinguir a Dios en medio de la tormenta.  Ellos regresaban de una misión, seguidos de una multitud de gente que, sólo hombres, eran más de cinco mil.  Eran celebridades.  Se sentían importantes.  Ellos esperaban que Jesús se coronara en ese momento como el Rey esperado y sin embargo Jesús no llenó sus expectativas.  Se alejó y los envío a navegar y a enfrentar la tormenta ¨solos¨.  Ellos, decepcionados, se metieron en la barca.  Y no sólo decepcionados, sino también furiosos; Marcos agrega este detalle en su Evangelio.  Lo que ellos entendían que era imposible, se hizo.  Y no a través de ellos, sino a pesar de ellos, con la fe de un niño y la cena de la familia de éste, de cinco panes y dos peces.
Tú sabes que Dios sabe lo que está pasando y mientras tanto tus brazos se cansan de tanto remar y tu cabeza explota de dudas.  Pero, al paso de unas horas, Jesús aparece y la tormenta cesa y el viento se calma.  La barca a fin de cuentas, no se hundió y nosotros tampoco.  Con tormentas afuera y tormentas adentro, la barca junto a los discípulos paso al otro lado de la orilla.  Sabes… Jesús está mas cerca de lo que tus dudas te sugieren.  Hoy te desafío a que mires al otro lado de tu orilla, el lado a donde te dispusiste a llegar, y rema más fuerte que nunca.  Enfoca tus pensamientos y rema.  No te dejes arrastrar por la corriente.  Rema.  El Dios de los cielos está cerca y voz será suficiente para que todas tus tormentas desaparezcan.
 
Con amor,
 
WMA
 
 
 

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