lunes, 28 de septiembre de 2009

Con mucha fe

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 15, 21-28

En este Evangelio, Jesús, como buen judío, entiende que tiene que ocuparse primero de los judíos antes que de los extranjeros. Sin embargo, el clamor de esta mujer cananea hizo que Jesús le prestara atención. Por lo menos sus gritos molestaron a los discípulos. Y cuando Jesús le habla de la preferencia de los judíos, la humildad de esta mujer conmovió el corazón de Jesús, pues ella no se ofendió como hubiera hecho cualquiera de nosotros, sino que insistió. Por eso, es una de las pocas personas a las que Jesús elogia diciéndole lo grande que era su fe. Fue su fe lo que hizo que Jesús obrara el milagro de liberar a su hija de un demonio.

En definitiva, la misericordia de Jesús transciende los límites geográficos, los límites de pueblos, transciende el hecho de que nos sintamos de la familia de Jesús y entendamos que otros no son de su familia. Jesús no hace distinción, no ayuda a los católicos y a otros no. Jesús tiene amor y sanación para todos aquéllos que claman a él, que le suplican, que le gritan pidiendo ayuda. Tienes necesidad de él? Pide su auxilio y su ayuda. El actuará.

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