Últimamente hemos estado bombardeados por una realidad que nos intranquiliza y sorprende: políticos corruptos, militares en actos delictivos, empleados deshonestos, jugadores destacados que utilizan sustancias prohibidas, otros que alteran su acta de nacimiento y mienten para lograr contratos millonarios… Así podríamos seguir mencionando tantas cosas que nos hablan de oscuridad, de tinieblas. Sin embargo, el Señor hoy nos recuerda que él ha venido como luz, y que el que cree en él no quedará en tinieblas.
Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón, él ilumina nuestro interior ayudándonos a identificar lo oscuro y pecaminoso, para que nos apartemos del mal. De ahí, que podemos comprobar que lo que nuestro país necesita es a Jesús. Jesús en las Fuerzas Armadas, Jesús en el Estado, Jesús en las familias, Jesús en la política… En fin, Jesús en el corazón de cada ciudadano para transformarlo con su presencia.
Lo primero no es seguir exigiendo que los demás cambien, es empezar por nosotros. Presentarle nuestro interior al Señor y pedirle que su Palabra resuene en nuestros corazones y su luz transforme nuestra vida de forma tal que lo reflejemos. Pedirle al Señor que empiece por cambiarnos a cada uno de nosotros, y luego cada uno convertirnos en entes generadores de cambio en nuestro entorno, llevando, presentando y reflejando a Jesús.
Ya es hora de que los que decimos creer en Dios, lo demostremos. Se acabó el tiempo de la comodidad y la resignación, todos los cristianos tenemos un gran compromiso: anunciar
Nosotros no estamos llamados a juzgar, juzgará
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