martes, 29 de septiembre de 2009

En noviembre celebramos el mes de la familia y también la solemnidad de Cristo Rey del universo y qué mejor ocasión para reflexionar, como familia cristianas, si verdaderamente Jesucristo es el Rey de nuestros hogares, y la persona en quien pensamos cada día mientras realizamos nuestros quehaceres diarios, le contamos nuestros problemas, lo tenemos siempre presente en las cosas buenas o en las no tan buenas que nos suceden, o es simplemente alguien que pertenece a la historia.  En días pasados, leíamos, en un medio de comunicación, la propuesta de abolir el matrimonio, porque ¨nada soporta el paso del tiempo¨.  Nada queda inmune a los años.  También el matrimonio ha sido victima de Cronos y, en tanto apenas ha cambiado durante siglos, se ha ido haciendo obsoleto.
Hoy son pocas las parejas que llegan juntas al final de sus vidas y, de las que consiguen tal hazaña, la mayoría mantiene más un acuerdo de conveniencia que una verdadera unión santificada por el cariño… Se impone pues, buscar una solución que haga el matrimonio compatible con los tiempos que corren. Y es que el Matrimonio fue creado por Dios Padre.  Por lo tanto, no puede ser obsoleto, porque Dios no hace porquerías y trabaja para la eternidad.  Si los hombres y mujeres que han asumido el compromiso de vivir juntos en la alegría y la tristeza, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad, han fallado, la culpa no la tiene la institución, sino las personas, quienes, con su poca disposición al sacrificio y a la vida compartida entre ambos por el bien de la prole, se han olvidado de poner a Jesucristo en medio de ellos, y han perdido la gracia que produce el Sacramento con su apatía y su coqueteo con la post-modernidad.
Y es que la familia constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos y del Caribe. Ella ha sido y es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente… La familia está llamada a introducir a los hijos en el camino de la iniciación cristiana.  Si al final hemos elegido confundir al Matrimonio como una relación amorosa sentimental y sensual donde solamente los une la pasión de un momento y el interés que haya sido el móvil para dicha unión puramente material y sexual y no como una vocación nacida de una llamada de Dios para amarse y respetarse todos los días de la vida y ser co-participes con él de nuevos discípulos para el reino, no hemos entendido entonces lo que es genuinamente el Sacramento del Matrimonio.  Cuando lo entendamos de ésta forma evitaremos la presencia inevitable de su enemigo natural: el divorcio.
Somos responsables del cambio de la sociedad.  Sólo con la suma de más y mejores familias podrá reinar la civilización del amor que tanto anhelamos.
TE NECESITO
 Señor, estoy cansad@ de vivir a mi manera, te necesito hoy mas que nunca señor, no hay otra forma de ser diferente nada mas que en ti, estoy decidid@ a cambiar el rumbo de mi vida hoy.  Te necesito Dios… Te necesito, pues solo tu puedes cambiar mi corazón.  Te necesito, te entrego mi vida hoy, quiero que entres en mi, quiero que cambies mi ser interior.  Te necesito Señor, te necesito…pues cansad@ estoy de vivir, oh fracasando cada día y fingiendo que en verdad soy feliz.  Te necesito, te entrego mi vida hoy, quiero que entres en mi, quiero que sacies mi ser interior

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